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3.1. El cuerpo errante
El pareja recibió el reporte a eso de las cero horas. Según el parte policial un indigente deambulaba por la vía de alta velocidad. Los conductores aseguraban haber visto una persona en estado de ebriedad toreando los autos. Tuvo suerte de no quedar embarrado ahí, pues a esa hora de la noche transitan camiones de carga. Uy no, me ha tocado ver un montón de perros destripados a lo largo de esa vía. Se salvó de puro milagro.
Pero la verdad siempre es más terrible de lo indicado por los informes. Vimos una silueta temblorosa desde lejos. Los autos colocaban las luces en altas o pitaban esperando reaccionara y se hiciera a un lado o saliera del paso de los coches, pero no, no lo hacía. No me extraña nadie se detuviera a echarle una mano o acomedirse y recoger al pobre sujeto. Pero en estos tiempos la indiferencia, el valemadrismo y el miedo son mucho más fuertes que la caridad o la intención por ser buen cristiano. Ya no hay buenas personas. Y si las hay quien sabe donde se quedaron, porque esta noche, ninguna se encontraba manejando por aquí.
El pareja se adelantó mientras me quedé a desviar el tráfico. Al momento comenzó a hacerme señas. Quería me acercara a ver. De principio me molesté porque encabrona que no pueda hacer las cosas él solo, pero luego me di cuenta porque lo hacía. Era una persona la que estaba ahí. No podría decir exactamente de qué edad, pues la mugre cubría la mayor parte de su rostro y cuerpo. Una bata sucia, raída, tipo paciente de hospital, costras en las muñecas y tobillos decían mucho. Lo más sorprendente no era eso. Ocultos tras una capa de sangre seca y lagañas podían apreciarse los párpados cosidos entre sí: Los hilos lo mantenían ciego. Sentí escalofríos y luego vomité. Era la imagen de una película de horror.
continuará...
Hace 11 años